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jueves, 6 de agosto de 2009

Pueblos indígenas reclaman mayor participación.

30 de marzo, 2006

Periódico Azkintuwe 

En la ciudad brasileña de Curitiba, donde desde el lunes y hasta el viernes se celebra la octava Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica, que estuvo precedida de reuniones técnicas desde el 20 de marzo, delegaciones de 187 países intentan hacer compatibles las dos posturas. También debaten sobre la posible participación de los indígenas en la negociación del futuro régimen internacional sobre la explotación de esos recursos. 

El Foro Internacional Indígena para la Biodiversidad reclamó a comienzos de esta semana en la octava reunión de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica (COP8) que se celebra en Curitiba (Brasil) poder decidir sobre la explotación de los recursos naturales, ser informados del uso de los recursos genéticos de los ecosistemas en los que viven y que se les reconozca su derecho a decir que no a un proyecto que se vaya a desarrollar en sus áreas.

El presidente del Foro Internacional Indígena para la Biodiversidad, el mapuche José Naín, explicó hoy en rueda de prensa que el Convenio de Biodiversidad no puede ser aplicado sin los indígenas porque estos pueblos son los que viven donde están los recursos, pero advirtió de que en este Convenio se les mantiene al margen de las decisiones, porque son los Estados y las empresas los que deciden cómo proteger la biodiversidad y cómo acceder a los recursos, sin consultarles.

La primera reivindicación de los pueblos indígenas es el reconocimiento de su existencia y sus derechos dentro de cada país, para poder tener voz en la toma de decisiones sobre creación de áreas protegidas o preservación de conocimientos tradicionales. Naín criticó el Convenio de Biodiversidad por ser 'un negocio de los países desarrollados y empresas, que regulan y ponen precio a la biodiversidad', mientras que los pueblos indígenas son considerados observadores.

Naín contó cómo los indígenas están siendo 'amenazados y desplazados' de sus regiones: primero con la colonización de sus tierras y después, por parte de los propios estados que anexionan sus territorios a los de la jurisdicción nacional. Una de las paradojas que sufren los indígenas se da con la creación de áreas protegidas, un instrumento que 'a priori' protege la biodiversidad, pero que en la práctica está suponiendo una amenaza para las comunidades indígenas y sus conocimientos, ya que las normas de las áreas protegidas les impiden usar los recursos que han venido utilizando a los largos de cientos de generaciones. 

'No nos matan con armas, nos matan culturalmente, porque al no tener acceso a los recursos, cortan nuestra vida cultural, y esa es la forma que tienen los estados de excluirnos', comentó este mapuche chileno, que ha sido invitado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio español de Medio Ambiente a participar en la COP8. En Chile, el 10 por ciento de la población es mapuche. El Foro Internacional Indígena para la Biodiversidad está integrado por unos 150 pueblos indígenas de todos los continentes y reclaman desde hace una década tener voz propia en las Cumbres y que sus conocimientos tradicionales sean protegidos.

Conocimiento ancestral y patentes

Por otro lado, el choque entre el conocimiento tradicional sobre los recursos biológicos y los intereses de empresas multinacionales y las patentes internacionales ha quedado en evidencia en la Conferencia de Biodiversidad de la ONU. Fuentes de la delegación oficial española informaron de que el grupo de países a favor de un reparto 'justo y equitativo' de los beneficios de los recursos 'genéticos', procedentes de plantas, animales o microorganismos, es cada vez mayor, frente a países como Australia o Japón reticentes a fijar un régimen internacional vinculante.

Entre las medidas que se estudian destaca la emisión de 'certificados' que garanticen que los recursos genéticos se han obtenido de forma legal, similares a los que se expiden en la actualidad para garantizar que el tráfico de especies es legal. Algunas empresas, sobre todo de los sectores farmacéutico, cosmético o agrícola, buscan nuevos componentes naturales habitualmente en países en vías de desarrollo para desarrollar productos protegidos por patentes. Muchas de esas patentes se basan, sin embargo, en conocimientos ancestrales ya utilizados por comunidades indígenas o locales, que en ocasiones no obtienen ningún beneficio por la comercialización de esos componentes.

La Unión Europea, entre cuyos miembros surgieron también discrepancias sobre el futuro régimen que regulará la explotación de estos recursos, defiende en la cumbre la importancia de crear una normativa internacional y de fijar fechas para su aplicación. Para evitar que empresas extranjeras puedan usar los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales de un país protegidos bajo el amparo de las patentes, el propio Convenio de Diversidad Biológica estableció que cada Estado tiene la soberanía sobre sus recursos biológicos y el derecho a beneficiarse de su posible explotación comercial.

El convenio fijó como condiciones para esa explotación el consentimiento previo del país de origen y el derecho de éste a obtener beneficios en forma de pagos financieros o muestras de lo recolectado, o a participar de las ganancias derivadas de la utilización de los recursos biológicos. Entre los componentes utilizados durante siglos por comunidades indígenas se encuentra la 'maca', una planta usada en Perú y comercializada a nivel internacional como 'viagra natural' para mejorar la sexualidad y la fertilidad.

En esa 'lista' de productos utilizados tradicionalmente y ahora patentados por multinacionales también figuran la 'quinua', un cereal andino con alto valor nutritivo y fundamental en la dieta de muchos pueblos indígenas, patentado en Estados Unidos. El 'tepezcohuite' de Chiapas, ya utilizado por los mayas por sus propiedades dermatológicas, antiinflamatorias y analgésicas, fue también patentado en Estados Unidos, al igual que el 'rupununine', un derivado de la nuez de un árbol que crece en Brasil y que ha sido usado por pueblos campesinos como medicación natural para dolencias cardíacas y neurológicas. Además de las patentes, durante los últimos años se han creado y comercializado bases de datos que contienen información sobre la utilización de algunos de esos conocimientos tradicionales, los procedimientos que se deben seguir para su consumo e incluso su ubicación exacta mediante sistemas de localización por satélite. Organismos internacionales y científicos defienden, sin embargo, la legitimidad de que esos conocimientos ancestrales y la utilización de los recursos genéticos se extiendan, ya que pueden contener claves para el descubrimiento de nuevos medicamentos de los que se pueden beneficiar millones de personas en todo el mundo.

Fuentes: Terra, Adital.

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